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Letras

Entre el Salitre
Ediciones Punto Rojo
2013 - 98 p.
12 € formato papel / 2 € ebooks
Disponible en los puntos de venta habituales

El hambre y el lobo
Crisis en el cielo
Mientras duermes
El poeta
El perro andaluz
Romance del gitano y las estrellas
Entre el salitre
No hay ventanas
Sueños, delirios y despedidas
De noches, poetas y fracasos
Elegía por la Fantasía o elogio a la Vanidad
Silencio
Trilogía de la madrugada
1.      La palabra perfecta
2.      La política de los dedos
3.      Me gustas
Vértigo
Cuando venga la muerte
Caminaba el hombre
Mi tumba
No me quieras
Cinco minutos

La lechuza
De trenes y fronteras
Gaditana
El teléfono
Dos idiotas
A dos lenguas
Anda
Carnívoras manos
Delirios de una noche de verano
Dos mil doscientas lunas
Los piratas de la taberna del puerto
De sangre africana
Las cosas que no le dije
Principessa
Camino de la Alameda
El banquete
El viento de Salento
Breve autobiografía
Cartas desde Salento
El temporal
Andalucía en tus ojos
Los príncipes de la madrugada
Primavera
Fausto
Me acuerdo
Melancólicas serenatas
Ha muerto José Salento
Los transeúntes
El tercio de luz
Extraño
Cementerio
Volvió Ai Paec
De borrones y heridas
Frío
Horizonte curvilíneo
De estrellas y del firmamento
Duerme conmigo
Días grises
Mangas anchas

 

 

El hambre y el lobo

Qué torpe movimiento
buscar comida donde mora el lobo,
se tocó a degüello
y el lobo tragó de un golpe tus huesos,
¿qué habías imaginado?
darán cuenta los lobeznos de tu pellejo,
qué sinsentido
buscar alimento donde el hambriento.

 

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Crisis en el cielo

Se puso en huelga el sol y sin ruido se apagó.
¿Cómo cantarán ahora el Ángelus los jornaleros?
Los girasoles se han quedado ciegos
y los madrugadores andan confundidos.
En la ciudad un beodo exclama al cielo:
“¡La noche no nos da miedo!”
Exige el astro rey para cesar su huelga
sólo un descanso a la semana,
algo que el buen Dios no permite 
por no crear un peligroso precedente
“Si medio planeta a oscuras 
ya me parece una locura 
¿qué será de la moral
si una vez a la semana todo es oscuridad?
Hará su agosto la decadencia,
de la felicidad prefiero no hablar,
no vaya a ser que por creerla pura
me vaya a equivocar”
Amenaza el sol con dejar su parón
y convocar una huelga de celo
donde las estrellas quemen con aliento blanquecino 
y a él no se le pueda soportar.
Ya van diez días desde que el sol se marchó,
ya ni las flores están vivas
ni el rock and roll es la solución.

 

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Mientras duermes

Mientras duermes 
se acaba la vida,
se pasan las noches,
los recuerdos se avivan.
Mientras duermes
das vueltas en la cama
y entretanto se van los años
añorando lo tenido,
lo vivido, lo servido,
lo bueno y lo malo.
Mientras duermes
se acaba la vida,
se cuecen los sueños,
se apaga el incendio
de un día que se ha ido,
de un día que la historia
ha engullido y como los otros
ha desaparecido,
igual que tú, igual que yo,
igual desapareceremos
cuando hallemos paz
entre el polvo y la tierra,
quizás mañana o quizás pasado.

 

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El poeta

No es que el poeta
bese cicatrices
ni que con las penas
aliñe madrugadas.

No es que la luna
le parezca amarga
ni que todo le sepa
a nada.

Es que sus noches 
son frías,
es que sus mañanas
están vacías,
es que soñando 
no olvida
que estar vivo es
alegría, dolor y sentimiento.

Sabe el poeta de la vida
que es una partida
donde se gana y se pierde,
donde se aprende y se olvida,
donde el fuego marca
la carne de quien se salta
las reglas de  este juego
que siempre acaba.
Sabe el poeta que no vale
la pena jugar con fuego
si no se quema.

 

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El perro andaluz

El perro andaluz se sabe mestizo,
anda la calle, la calle larga,
que de piedras que le han dado
conoce el dolor y la rabia.

No ladra el perro, no ladra,
le duele el alma bastarda
de tanto soñar despierto,
de las puñaladas en la espalda.

Pasa la vida buscando
en la basura flores blancas,
bien sabe que en la mano
las flores no valen nada.

Son tus lágrimas mis lágrimas
perro que mueres en la arena,
que los gusanos devoren tu cuerpo,
que la luna mecerá tu alma.

 

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Romance del gitano y las estrellas
(Homenaje a Federico)

A la luna le faltan estrellas,
las mira y no le salen las cuentas, 
el gitano mientras huye en su yegua
por donde los labradores hacen la siembra.

Un niño se acerca y grita
¡ay Luna no llores tanto!
que si se enteran los gitanos 
harán de ti un lucero triste y pálido.

La luna que de noches sabe
hace de sol e ilumina el campo,
marcando el camino claro
por donde los astros fueron remolcados.

La Guardia Civil despierta,
de la cantina salen armados,
buscan furiosos en la campiña
no a los astros sino al gitano.

Sonaba una guitarra afilada,
un triste gallo cantaba,
sangraban las palmas vino
cuando llegaron al poblado.

Ya no fue vino sino sangre
lo que manchaba las manos,
atacaba la guardia a capa y espada,
a navajas se defendías los gitanos.

Mataron al hijo de la Negra
de una bala en el costado,
llora que llora la madre
mientras la pisotean los caballos.

¿Dónde estás mis estrellas niño?
¿Dónde están que no las veo?
Muertas cayeron como los gitanos
defendiendo a machete el poblado.

 

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Entre el salitre

Irán nuestros cuerpos a morir al mar,
donde descansan las almas de los marineros.
A ti te llevará de la mano la vida,
a mi me arrastrará por el suelo la Parca.
Tú estarás asustada y gritarás “¡Piedad!”,
seguramente yo busque entre las olas paz.
Tú pensarás ¿quién cuidará ahora de mi hogar?,
yo me habré ido sin dejar nada atrás.

Cuando entre el salitre nos crucemos
te recordaré a una vida pasada
de facultades y cafeterías,
de cansancio placentero,
de más risas que llantos,
pero a una vida ya olvidada
en ese desván desordenado que es
la memoria, tan cerrado que huele a vicio.

Cuando entre el salitre nos crucemos
yo pasaré de largo,
lo que no hicimos bien en vida
no lo haremos mejor en la muerte.

 

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No hay ventanas

No hay ventanas en esta habitación,
si acaso una puerta grande y abierta
por donde sólo se ve oscuridad.

A ratos entran y salen rotas ánimas,
tan desorientadas como lo estoy yo,
que se hablan, se aman y se odian.

Algunas de ellas me abrazan y besan,
otras me golpean, escupen, repudian,
pero todas salen por la puerta.

No hay ventanas en esta habitación,
hay risas, hay llantos, hay olvido.
No hay ventanas en esta habitación.

Cuando creo que ya lo he visto todo,
las paredes retuercen sus formas,
el techo se mueve hacia abajo.

Es difícil andar sin ver el camino,
aún siendo caminante en senda acotada,
casi siempre deambulando cabizbajo.

No hay ventanas en esta habitación,
si acaso una puerta grande y abierta
por donde todo el mundo escapa.

 

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Sueños, delirios y despedidas

Te dejé jugando con dragones 
en mis sueños,
donde eras la princesa de un cuento
que no tenía final.
Yo seguí mi camino empedrado
de baldosas amarillas,
tú desojaste el calendario
esperando a Peter Pan.

Entonces en la arboleda sembrada
por las dudas crecieron sin mesura
carnívoros colmillos y otros hijos
de la fatalidad.

Aprendimos que la vida no es una rosa,
aunque esté de llena de espinas que 
duelen como duelen los pedazos de 
cristal, en la boca, al masticar.

Murió la Fantasía y echamos a naufragar
en un océano de corrientes alternas,
islotes de azufre y sirenas de barcos
que no tenían donde atracar.

No pudimos hacer nada,
ni tú querías cerrar la ventana
ni yo perder el amarillento rastro
que lleva a la ciudad Esmeralda.

 

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De noches, poetas y fracasos

Llámame poeta
pero no me encadenes a la rima,
ni me imagines en tabernas oscuras,
ni esperes en mi corazón saudades.

Llámame poeta
pero no desees en mis noches llantos,
ni creas que duermo en buhardillas,
no supongas que estoy acabado
ni supliques que regale mis versos.

Llámame poeta
porque bebo cicuta en la madrugada,
porque busco musas en las botellas,
porque dormir es perder el tiempo
y tiempo es lo único que anhelo.

Llámame poeta
porque vivir deprisa es todo un arte,
porque me gusta el humo y la risa,
porque la tumba que me espera
cuando nací la empezaron a cavar.

 

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Elegía por la Fantasía o elogio a la Vanidad

Hoy he cerrado los ojos
y te he visto en mi cama,
la luz entraba por la ventana,
afuera lo demás no importaba.

Era mi habitación un mundo
donde tú reías sin saber nada
sobre la inexistencia de la situación,
sobre mi presencia en frente tuya.

Éramos los mismos que una vez
dibujamos barcos en el aire
cuando me miraste sin saber
que yo estaba donde tus ojos apuntaban.

Había quemado mis naves
y no voy a discutir lo absurdo de esto,
ya he apoyado el codo desnudo
en la barra de demasiados bares.

Maldita sinrazón maldito reloj,
que clavó las agujas en nosotros
rompiendo los lazos de la unión,
tantas promesas quedaron en nada.

Allí estabas tú, encima de la cama,
riendo sin motivo 
pues a tu boca nunca le hizo falta
para reír esfuerzo alguno.

Ahora que sé lo que me falta
porque llegó el hambre y el invierno,
te imagino y te contemplo,
te toco, pero no eres de carne.

En otro momento miré hacia adelante,
mi fantasía me coronaba en Madrid
rey de las noches sin dormir,
guardián de tu boca y tu sonrisa.

Pero la Vanidad, que es mi peor pecado o
tal vez la mejor de mis virtudes,
me puso una corona, pero era de espinas,
e hizo de tu recuerdo los clavos de mi cruz.

¿Dónde está la niña curiosa
que dejaba abierta la ventana
por si Peter Pan venía a buscarla?
Qué pronto se nos hizo tarde.

Igual que sé que la imagen que vi
no eras tú aunque fueras tú,
estas palabras no son más 
que un triste soliloquio,
una elegía por la Fantasía.

Paso las noches sobreviviendo
como un lagarto bajo el sol,
mi vida empieza a estar llena 
de fotografías que amarillecen
escondidas dentro de un cajón.

Hoy he cerrado los ojos
y te he visto en mi cama,
pero no había palabras,
tú no tenías ojos para mí,
y yo, sólo imaginaba.

 

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Silencio

Silencio
que habitas en rincones
y apuñalas por la espalda,
eres invisible y eres sensible,
tan ruidoso y tan amargo,
tan perfectamente humano.

Silencio
que ocultas tantas verdades,
¿dónde has escondido el llanto?
de quienes no tienen voz,
de quienes nunca cantaron
en la mañana con el gallo.

Silencio,
que empieza la función
pues hablar es mentir
y no miente quien calla
aunque bajo sus mangas
oculten afiladas armas.

 

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Trilogía de la madrugada

 1.       La palabra perfecta

La palabra perfecta 
en el momento exacto,
los ojos que no dudan
las manos que no tiemblan.

Unos labios sedientos
de espíritu de esparto,
no saben si no deben
aceptar el taciturno trato.

Que dos sumen uno
en una jaula de tela,
para la noche frenesí,
en la mañana desencanto.

 

2.      La política de los dedos

 La política de los dedos
hace presión en el parlamento,
donde discuten los senos
sobre erecciones y tactos.

Las falanges sedientas
del agua que emanan los labios,
luchan por liberar
la cárcel de los pechos.

Fraternalmente se despiden
la razón y el deseo
saludando a la vida 
en el calor de la batalla.

La política de los dedos
ahora aprieta en la fragua
los tendones del placer
que se ocultan bajo las sábanas. 

 

 3.      Me gustas

Me gusta tu jardín
tan lleno de flores y plantas
que riegas con el amor
que fluye dentro de ti.

Me gusta su sabor
a mar y humedad
que llega con el calor
y se seca al final.

Me gusta que te gusten
mis manos de jardinero,
mi lengua de terciopelo
y mis ganas de ti.

 

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Vértigo

Me marean las esquinas forzadas,
los cambios de hora, el devenir revenido.
Saber que es un punto final y confundirlo
con un vulgar punto y seguido.
Me hastían las distancias acotadas,
esas que parecen barrotes de cerca,
que aprisionan tu cabeza mientras
no te dejan dilucidar.
Me da asco que pensar sea un lujo
cuando se consumen neuronas
discutiendo sobre los gritos
que da el televisor.
Vértigo me dan los centímetros que
separan el suelo de mi cama los días 
que llueve en la calle
salpicando a los felices ignorantes,
me dan vértigo porque llueve,
otra vez, sobre mojado. 
Andan los ciegos la vida mientras
los tuertos discutimos el refrán,
no es posible que un rey viva
sufriendo los latigazos que deja el día
cuando viene y cuando se va.


Vértigo me da la vida,
vértigo y nada más
.

 

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Cuando venga la muerte

Cuando venga la muerte
que se lleve tu piel, 
la que acaricia el sol
y envidian las aves.

Cuando venga la muerte
que te arranque los pechos,
los que adornan tus gracias
y endulzan tus andares.

Cuando ella venga
tu corazón será de piedra
y tu lengua de barro.

Cuando venga la Parca
que te deje en los huesos,
despeine tu pelo, que llene
de polvo tus rincones.

Cuando te toque la guadaña
que raje mi garganta
si se lleva tu risa,
si me roba tu mirada,
si tu alegría, 
que ya no es mía,
se la queda la pálida dama.

 

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Caminaba el hombre

Caminaba el hombre,
en la letanía caminaba el hombre,
y en su equivocación,
caminaba el hombre.

 

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Mi tumba

Que mi tumba tenga cuatro esquinas
y mi esquela una gracia divina,
que mi caja sea de dura madera
por si me removiera bajo la tierra

Que los crisantemos lleven espinas
si el luto llora cantando,
que la losa sea de mármol blanco
no vaya a despertar gritando.

Que el sacerdote venga borracho
si los colores queman el negro,
que me entierren desnudo y atado
si así me voy y no vuelvo

 

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No me quieras

No me quieras bien,
no me quieras mal,
no me quieras a medias
ni a tiempo parcial.

No me quieras cerca,
no me quieras lejos,
no me quieras poco
ni lo hagas demasiado.

No me quieras alegre,
no me quieras triste,
no me quieras bailando
ni me quieras olvidándote.

No me quieras frío,
no me quieras quemado,
no me quieres soñando,
ya sueño demasiado.

No me quieras levantado,
no me  quieras apagado,
no me quieras vivo,
la muerte anda acechando.

No me quieres más,
no me quieres menos,
y si has de quererme
quiéreme dentro de ti.

 

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Cinco minutos

Dame cinco minutos,
yo pongo los cinco sentidos,
te doy las ganas,
el calor y la prisa.

Dame cinco minutos,
que yo me ocupo de todo,
de que no pases frío
ni hambre ni tristeza.

Dame cinco minutos,
que te imagino desnuda,
que te imagino contenta,
que te imagino conmigo.

 

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La lechuza

Tiene la lechuza
más pecados que virtudes,
garras como guadañas,
unos ojos que deslumbran.

Están mis labios marcados
de su pico bien afilado,
en una madrugada brindada
lejos de la tierra patria.

Canta con la voz fina
canciones de noche y farra,
sobre los olivos andaluces
resuenan sus carcajadas.

 

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De trenes y fronteras

Si los trenes son bestias de metal
yo soy el alimento que los nutre,
siempre estoy esperando ser devorado
para aparecer lejos de cualquier lado.

Viajando se pierde la memoria,
viajando se empieza de nuevo,
viajando se abren veredas,
viajando se cierran heridas.

Ser otra vez un desconocido,
un extraño, un forastero,
quitar las penas cantando,
quitar las penas con vino.

Si la luna me recuerda
a mi tierra o a ella, sigo caminando.
Si el sol me dibuja
el mar o su cara, cambio de vagón.

Siempre esperando que la
próxima frontera esté tan
cerca como la anterior.

 

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Gaditana

Tan cierto como que sale el sol cada mañana
lo es que envidio a cada gota de esta lluvia
que cruza sin pasaporte las fronteras de tu ropa
sembrando frescura de tu vientre hasta tus botas.

Qué envidia las fiestas que ellas se montan
en la cantina de tu melancólica boca,  que
intentando esquivar el temporal abre y cierra
sus puertas como si no las quisiera dejar pasar.

¿Sientes al caprichoso viento acariciarte la cara?
Es el mismo aire el que lisonja tu figura
y mece tu corta falda para poderte tocar.
Raudo y curioso viento ¡quién estuviera en tu lugar!

Alza la cara gaditana y siente la brisa marina
humedecer tus telas, tu piel y tu melena
mientras las gaviotas se dan el festín en la arena
con los peces que hoy les dio la mar.

 

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El teléfono

El teléfono suena
anónimo entre el silencio,
porta palabras de otro lado
que quizás conocieras.
Son las cuatro de la mañana
y el teléfono suena,
anónimo entre las sombras
quizás porte nuevas,
quizás no quieras saberlas.
El teléfono suena,
gime y recuerda,
son las cuatro de la mañana,
quizás no quieras cogerlo.

 

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Dos idiotas

Somos dos idiotas que,
tan ciegos que estamos,
teniéndonos delante
casi no nos vemos;
tan ingenuos e inocentes
que lo que no dicen nuestras 
bocas lo gritan nuestras manos;
tan ridículos y patéticos
que muriéndonos de ganas
seguimos sufriéndonos en silencio.

Es que somos tan idiotas
que tiritando de frío
buscamos el calor en vasos
cuando queremos nuestros abrazos;
tan tristes y apagados
que por mucho que riamos
nunca reímos demasiado;
tan simples y complejos
que un sí puede ser un no
y un adiós es un "no te vayas lejos".

Somos dos idiotas,                   
dos idiotas sin remedio.

 

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A dos lenguas

Sé donde estás ahora
ma non so dove sarai domani.
Quizás estés muy lejos
o forse troppo vicino.

Sé donde descansan mis pies,
non so dove lo fa la mia testa.
Quizás lo haga muy cerca
o forse lo fa molto lontano.

Sé cuanto durará este día
fino che la luna nasca e lo uccida.
Aunque por saber solo sé
che mai so a sufficienza.

 

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Anda
Es duro el caminar
pero más triste es parar,
que en la vida quién se detiene
no se vuelve a levantar.
Anda el camino, ándalo,
que el polvo borra tus pasos.
Anda a donde quieras, pero anda,
anda sin prisa pero sin pausa.
No dudes en abrir puertas,
no le temas a la nostalgia,
y si te demoras en la hora
no olvides que la noche es muy larga.
Anda el camino, anda.

 

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Carnívoras manos

Son mis manos carnívoras,
cuchillos de cinco filos,
garras de bestia parda,
plumas estilográficas.

Están ellas hambrientas
de un cuerpo vivo,
de un cerebro despierto,
de un quiero y no puedo.

 

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Delirios de una noche de verano

Miente quien dice estar vivo
sin haber hablado nunca
con las calles sobre los pies
que las han pisado y que
las pisan,
sería como decir que
solo por el hecho de que
el corazón lata y
los pulmones funcionen
uno está efímeramente despierto
en este soñar,
que gran mentira,
uno se da cuenta que 
está vivo cuando viendo
a la luna apoyada sobre el cielo
le guiña un ojo y esta le responde
a su antojo con alguna oferta
irrechazable.
Fíjate en la mesa,
alcohol y páginas en blanco,
entonces,
mucho más alcohol,
que nunca justifica
ni la improvisación 
ni las malas artes.
Luces de neón y más páginas
en blanco,
las estrellas preguntan y nadie
les responde
¿es eso estar vivo?
yo digo que no.
Mirad a Leopoldo,
él que abrió las vísceras 
de la poesía y encontró
a la locura, 
miradlo,
viejo está mas dentro de 
la genialidad es un genio.
La velocidad de la prisa
hace estragos en las indefiniciones,
estas que por naturaleza están definidas
como aquellas cosas
desconocidas.
Y qué decir que no se haya dicho
de la vergüenza,
si ya nos avisó de todo Martin,
de que si la vergüenza se pierde
no se vuelve a encontrar,
yo la perdí
pero la verdad es que
no la he vuelto a buscar.
“But I’m dancing in the moonlight”
Estas ruinas, que son el fracaso
del hoy de ayer, están llenando
de polvo las desordenadas calles
de la memoria,
qué jaleo,
mejor apagar y empezar de nuevo
que limpiar este desorden.
Los afiliados al malvivir en el día a día
hacen cola en los despachos
de la desesperación,
del hambre,
del miedo,
por si encontraran un motivo
para dejar de vivir.
Suicidarse, que verbo tan absurdo,
si ya es breve nuestro existir
¿qué prisa por adelantar lo inevitable?
Tengo la impresión de que un día
voy a abrir mi pecho desnudo
y dentro
no va a haber nada…
o sí, sangre, mucha sangre,
y arena del Rif,
de donde vinieron todos los
que lo hicieron con Tarik.
En este país 
se atreven a hablar de razas,
y no hay sobre la tierra
sangre más bastarda que la nuestra,
pues ésta está mezclada con la 
orgullosa sangre latina,
la rítmica africana,
la misteriosa árabe,
la zíngara rumana 
y con la dorada sangre visigoda.
Y aún así… 
se atreven a hablar de raza española.

 

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Dos mil doscientas lunas

Fueron dos mil doscientas lunas
las que pasé colgado de tu pelo,
no fuiste entonces centro de mis sueños
¿para qué? si compartíamos el duelo
por las noches que se iban
pariendo a un día nuevo.

Fueron dos mil doscientas lunas,
quizás alguna más o alguna menos,
las que miraban por la ventana
como nos disparábamos a quemarropa
balas saladas y a bocajarro
nos queríamos demasiado.

Fueron dos mil doscientas lunas y
ya no serán ni una más ni una menos.
Ahora apareces como un fantasma,
que no perdona ni un sólo sueño,
y me matas en cada madrugada.

 

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Los piratas de la taberna del puerto

Los piratas de la taberna del puerto
son bravos y diestros marineros,
no tienen barcos ni oro,
no tienen naves ni miedos.

Cuando la tarde empuja al sol
meciéndolo sobre el malecón
se escucha a las sirenas murmurar
“Ya vienen, no se hacen esperar”

No existen grumete ni capitán
entre la feroz tripulación,
a todos tratan por igual, como 
la mar con quienes van a naufragar.

Están sus tripas llenas
de aire, ron y esperanza,
porque no saben más de la vida
que llueve durante esos dos días.

Si imponentes son sus hombres
más peligrosas y bellas sus mujeres,
porque vienen de África y Andalucía,
así incluso de la histórica Castilla.

No portan arma alguna,
ni cojean con patas de madera,
entre ellos no hay ningún tuerto
mas ciegos sí pero sin perros.

Juegan y danzan sin importarles
que después de la noche venga el día
donde tienen que laborar el pan
que comparten sin protestar.

Son labradores de la sal,
hijos de la fortuna,
nietos del azar,
así son ellos,
aunque nunca hayan navegado
en la agitada alta mar.

 

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De sangre africana

Yo que vengo del paisaje de los olivos verdes,
donde el agua emana del Guadalquivir
y la arena pálida perfila la playa,
no conozco más cielo que aquel
que sobre mi cabeza languidece
en un mar de luces blancas.
Dime como se ven las estrellas
desde las piedras del Rif,
dime a que huele la tierra
que el aire trae desde occidente.
No te pregunto de qué color
son las almas de quienes nacen
en el sur del sur porqué
mirando dentro de tus ojos
se ve el mar, las montañas y las dunas.
Cuéntame cómo suena el eco sordo
que proviene del infinito desierto
al cual los hombres llaman Sahara.
Cuéntame porqué lloras tanto
si vienes de la tierra de los tambores
de cuero, del hachís y de los 
indomables guerreros.

 

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Las cosas que no le dije

Son las cosas que no le dije
las que, como lanza invisible,
atravesaron a la razón y le
vaciaron sus bolsillos,
qué desastre,
que si se las hubiera dicho
la lanza hubiera sido tangible
y le hubiera hecho un destrozo
a mis maltrechos huesos.

Parece que las cosas no cambian,
la estación sigue llena de 
despedidas amargas.

Ella se iba en la mañana,
yo le pedía que se quedara
pero no le decía nada,
qué idiota,
que por silenciar a mi boca
nombré tirano a mi orgullo
y a ella la dejé tristemente
abandonada.

 

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Principessa 

Camminava la tua figura
persa nella oscurità,
così piccola e bella 
che sembrava di porcellana.

La notte ti guardava
e ti mostrava i suoi denti,
che triste la tua figura
sembrava che stesse per rompersi.

E io, dalla bianca spiaggia,
ho visto la tua nave naufragare,
mai prima una sirena
è affogata nel mare.

Non piangere più, che 
ti manca la corona per essere 
principessa, di questo cuore
che non ha casa, che non ha sole.

Non piangere piú, che
non c'è bisogno d’essere poeta
per sapere che sei una stella
di un altro pianeta.

 

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Camino de la Alameda

Cuantas veces habré andando
por el camino de la Alameda
con las farolas por estrellas
y los gatos por testigos.

Ebrio de ganas de vivir
siguiendo cantos de sirena,
los mismos que se perdían 
cerca de la Plaza Nueva.

Los naranjos, que son aquí
pura idiosincrasia,
le dan gracia a esta ciudad
tan alegre como amarga.

Es en el puente Triana donde
recuerdo ver mi vida pasar,
debajo de él
las olas del mar chocaban
repartiendo salitre y humedad,
sobre él
el Nazareno olvidaba al Betis,
la ciudad a Silvio y el metro,
el metro volvía a tardar.

 

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El banquete

Discurría un banquete a mitad de camino
entre el cielo y el infierno,
más o menos por donde está Mondragón
pero más cercano a Albacete.
De lo que allí se comía no sabemos nada,
no así de quienes asistieron,
muchos dioses antiguos 
y algún poeta en el destierro.
Fue también un filósofo,
que por no estar no estaba ni invitado,
pero venía buscando a Dionisio
al que daba por exiliado.
Se había iniciado el peculiar banquete
con unas palabras del griego Eurípides
“Ni aún permaneciendo sentado
junto al fuego de su hogar
puede el hombre escapar
a la sentencia de su destino”
Al escucharlas se levantó iracundo Esquilo
“¡Hijo de mil putas! ¡Devuélveme mis versos! ”
Tras el desafortunado incidente
trascurrió la cena entre gritos y risas
hasta que llegó esa ambigua hora
en la que uno no sabe si es
más temprano que tarde.
Cuando la sombra del filósofo
iba desnuda asemejando a un espectro
este le espetó al antes dios Dionisio
“¿Dónde estabas tú
cuando el mundo se fue a pique?”
El buen Baco, que andaba bebido
de vino jerezano,  le respondió:
“Como ya bien sabes fue Apolo
quién me apresó y me encerró
en una cárcel sin rejas
a la que llamarón modernidad”
Mientras, un poeta se quejaba alarmado
“Donde hay vino beben vino 
¡pero aquí no queda vino!”
Lo calmó el Nazareno diciendo
“Calma buen amigo que aún
queda agua que es lo mismo”
Poco después dio borracho Nietzsche
un salto sobre la mesa,
cuchillo en mano buscaba
ajusticiar a Apolo por sus desdichas.
Aquello acabó en tragedia,
muchos muertos con sus tripas llenas,
pero por suerte para los asistentes
un muerto no puede morir dos veces.

 

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El viento de Salento

Hay diez copas sobre la mesa,
tres botellas bien desangradas
y un momento que se perderá 
en el arrollo de la memoria.

En la mesa diez finas copas,
diez corazones incandescentes
y una princesa salentina que ríe
casi sin entender "niente".

Nos esperan diez solitarios jergones
y un camino torcido en cada rincón,
hay diez personas en la habitación
y sólo una que sabe que todo es nada.

La estancia está llena de inocencia,
tanta que me siento solo en la mesa
rodeado de nueve nuevas copas llenas
de esa brevedad que llaman juventud.

Son estas copas y botellas vacías
gesta de quienes andamos a la deriva,
¡dejad el sol para el labrador!
que de la noche somos sus soldados.

Mañana atronara el paso del tiempo
y borrará de un golpe lo sucedido,
pero no desesperes amigo salentino
que hoy nos peinaremos con el viento.

 

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Breve autobiografía

No hallo todo lo que busco
ni tengo la mitad de lo que quiero,
no encuentro “casus belli”
en nuestro desencuentro.
No lamento las heridas
porqué las cicatrices
son experiencias,
ni me gustan los uniformes
porqué siempre 
les faltan colores.
No me agrada la política
y menos aún quienes nos gobiernan,
no me gusta hacer trampas
ni que me las tiendan.
No juego nunca sin saber
antes si voy a vencer,
nunca pierdo si la victoria
no viene después.

 

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Cartas desde Salento

¿Cómo maldecir al azar que quiso 
partirme en dos una noche en el Salento?
si fue el mismo que hizo
que fueras testigo y me llevaras bajo techo.

Allí desparramamos el whisky sobre la mesa,
tanto que lloramos hasta que se nos fue la pena
y entró por la puerta galopando la risa
blandiendo su espada de madera.

Cuando vi caer por tus mejillas lágrimas
que eran como cristales de bohemia 
supe sin duda que eras hija 
del sol poeta que ilumina tu Castilla.

Qué gesta de gigantes hicimos,
salir a escena sin los disfraces puestos,
estoy seguro que de haber vivido Esquilo
hubiera hecho su mejor obra con nuestro encuentro.

Aún destilaba a la madrugada
cuando tú la despediste a carcajadas.
Que cante el gallo, que cante,
que la mañana nos pilló despiertos.

Qué de cosas nos faltan,
a ti que Cupido acierte con su saeta
y una patria donde sentirte reina,
a mí una Andalucía republicana
y una guitarra a la espalda.

No miento si te digo 
que no quedará nada en Salento
cuando el tercio español haya vuelto. 
Nadie regalará flores de papel
ni se escribirán cartas que de ti digan
“Qué princesa se ha perdido España”

 

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El temporal

Será que hoy llueve
bajo el techo de mi habitación
y que truena mi faringe,
o será que vengo huracanado
levantando violentas tempestades
por donde quiera que paso.
Puede que sea el viento
que ha entrado bajo mis sábanas
y ha formado un frente helado,
o estas ganas homicidas
de provocar un seísmo 
cada vez que estoy a tu lado,
o quizás, puede que sea,
que no se agitan las olas
en el mar de tu entrepierna
cuando quiero naufragar.

Será lo que será,
qué más da,
ya se acerca el temporal
y ni tú ni yo vamos a cambiar.

 

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Andalucía en tus ojos

Tienes unos ojos que,
de tan andaluces que son,
parecen aceitunas 
alicatadas como espejos
a tu verde alma.

Tienes un no sé que tienes
que tu boca cerca de mi boca
no son dos bocas sino dos 
estaciones que esperan
impacientes sus lentos trenes.

Tienes sin duda la lengua gitana
y los andares de la Alhambra, 
la sombra de los olivos
que recae bajo tu espalda,
que quien la toca
se siente como en casa.

 

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Los príncipes de la madrugada

Una lucha sin tregua
entre batallones de hormigas
tiene lugar en mis rodillas,
en la boca una risa floja
y en mi pecho una fragua
donde el martilleo no afloja.
Llegamos al Santo pasada
la procesión de las cien caras,
todas cantaban y rezaban,
pero nosotros nadábamos
en direcciones opuestas.
Allí buscamos beber algo,
fumar algo, confesar nuestra
desilusión a esa estatua
de fría piedra que levanta
sus dedos contra el cielo.
Todo flotaba entre nubes
invisibles que rodeaban
nuestras alegres ánimas,
había quienes pensaban
que no éramos príncipes,
que equivocados estaban.

 

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Primavera

Primavera,
qué bueno que llegaste
más pronto que tarde.
El invierno ha sido frío y
ha dejado los pechos vacíos
de quienes andamos la vida
sembrando tempestades.
¿Cómo ser impasibles ante
la tétrica certeza de un final
que llegará mucho más
temprano que tarde?
No habría entonces esperanza
en el andar incesante
de quienes esperamos sin fe
que todo acabe.
Primavera,
qué bueno que llegaste.

 

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Fausto

Lo conocí una tarde en la vieja Bolonia,
llovía cantaros que golpeaban las aceras y
los soportales cubrían a quienes andábamos
sin rumbo fijo por no estar parados.

Iba vestido con un elegante traje blanco,
así como lo hacen los buenos italianos.
El peso de los siglos encorvaba su mirada
y en su pecho se ocultaba un corazón tatuado.

Me dijo “Salve Ragazzo, hai un accendino?”
No sólo me tembló la voz al decirle que no,
dicen que no hay mortal que siga vivo
tras negarle a él algún favor.

No recuerdo que cosa fue lo que provocó
que antes de las diez estuviera sentando
riendo a carcajadas con quién me dijo que
no era malo, que sólo era incomprendido.

Bebía el bourbon como agua bebe el sediento,
cuanto más bebía más grandes parecían sus ojos.
Estaba vieja su figura, estaba muy cansada,
y a pesar de eso hablaba sin dar ninguna pausa.

Me contó que hacía siglos que se retiró,
lejos quedaban los días del menudeo de almas.
Se quejaba de que habiendo hombres tan adinerados
nadie necesitaba al diablo metiendo cizaña.

Me habló del cielo y de sus divinas gracias,
de que habían edificado en todas sus esquinas 
y  ahora era un sitio terriblemente descolorido
donde el jefe no entiende a nuestra raza.

También me describió el fracaso de su revolución,
desde entonces –me dice- cambio de ciudad,
cambio de nombre cada poco tiempo,
hace mucho que me vienen persiguiendo.

Mentiría si os digo que aquella tarde no
me sentí como Fausto al vender su alma.
Antes de despedirme me abrazó y me dijo:
"Vivi ogni giorno come se fosse 
l'ultimo che dopo non c'è niente"

 

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Me acuerdo

Me acuerdo de ti,
de las tardes de otoño en el parque,
de cuando me llamabas para jugar,
de tu subterfugio en mi cama.

Tengo una infancia en la cabeza
rodada en parte en blanco y negro.
Recuerdo una casa con patio,
tus ojos que me seguían en cada momento.

Tengo también una espina
enquistada dentro de la memoria,
de una noche de lluvia de invierno,
no hubo adioses pero sí lamentos.

Me acuerdo de ti,
de ese último beso en el cuello,
de tu voz resonando en la estancia,
de tus uñas desgarrando mi cuerpo.

Tengo la eterna pregunta
¿por qué te llevó tan pronto el viento?
Otros nombres han venido,
otros nombres diferentes.

 

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Melancólicas serenatas

Destila mi cuerpo whisky,
mi cerebro escupe ideas,
un rompecabezas sin remedio,
lápiz, papel y unos versos.

Tristes son las madrugadas
donde hay alcohol sin mujeres.
Melancólicas serenatas 
si no las acompaña una guitarra.

 

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Ha muerto José Salento

¡Ha muerto José Salento!
Que lo sepa el mundo entero
para que nadie falte a su entierro.
Vendrá triste la Soledad
porque se ha quedado sola,
vendrán llorando sin crisantemos
los piratas de la taberna del puerto.

No habrá banderas izadas 
ni tendrá cuerpo la caja de madera,
pues el muerto nunca fue de carne
y hueso, sino de salitre y de viento.

Sin duda aparecerán las musas
queriendo cobrar lo que se les adeuda,
asistirán seguro su Beatrice y su Laura
y no faltarán sus sinceros lamentos.

Ha muerto José Salento
habiendo dejado un simbólico 
epitafio como testamento:
"Vive siempre soñando,
sueña siempre despierto,
que ya dormirás tranquilo
cuando estés frío y muerto"

 

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Los transeúntes 

Si por prisas te empujan
por lentos te entorpecen,
son los transeúntes sin ojos
que braman dentro del redil,
escuchando al edil,
al edil civil,
al edil sagrado,
a cualquier edil,
y no se quejan
porque sobreviven de la hierba
que surge del asfalto.

 

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El tercio de luz

Es ese tercio de luz
el que entra por mi ventana,
que por no tener no tiene persianas,
a esas horas inhumanas
donde los borrachos cantan al alba
y el madrugador espera el bus.

Ese mismo tercio,
molesto, sigiloso e indiscreto,
inunda mi cara de luces blancas
que no me dejan dormir,
que me deslumbran y queman
cuando menos lo espero.

Que no son horas, que no son,
que me está volviendo loco,
mira mi cuerpo ajado y maltrecho
por la luna colgada en mi espalda.
Qué he hecho, dime qué he hecho,
sacia mi curiosidad, no busco redención.

Déjame dormir, debo descansar,
que mañana me esperan
los versos dentro de una botella,
los besos de una boca
y otras historias que contar.

 

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Extraño

Qué extraño
este tú con él,
este yo sin ti,
esta manzana mordida.

Qué triste
este domingo sin fin,
este final sin ti,
esta lluvia de abril.

Qué amargo
este licor italiano,
este beso mal dado,
este poema inacabado.

Qué oscuro
este sol que ilumina,
esta puntualidad tan fría,
este canto desesperado.

 

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Cementerio

Cementerio de asfalto,
donde los muertos están 
vivos,  los días son iguales
y el mar espanta los males.

Cementerio de vivos,
tus funerales son carnavales,
tus lagrimas cantos cuando
el hambre está llegando.

Cementerio salado,
no nacen los tuyos para el trabajo, 
ni quieren ni pueden,
ni añoran los horarios.

Cementerio soleado,
tus hombres adoran al mago,
la carne y el duende,
las palmas del cante jondo.

Cementerio alicatado,
de quiénes no tienen nada,
sus vacíos los llenan
con arte, vida y esperanza

Cementerio empobrecido,
de semanas sin tedio,
de meses de secano,
de años incomprendidos.

Cementerio húmedo,
que habitas fuera del mundo,
ni la marea te arrastra 
ni la marea te lleva.

Cementerio inundado,
de lágrimas de risa,
de lágrimas de llanto,
cuanto te odio y cuanto te amo.

 

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Volvió Ai Paec

Entre el jirón de la Melancolía
y la calle Soledad andaba Ai Paec,
colgaba un tumi dorado de sus manos
y de su alma una vida pasada.
Fumaba mota y deambulaba
pensando en lo que fue y ya no es,
tan decante era su sombra que
la gente huía cuando se cruzaba con él.
Cada noche cuarenta y dos lucas pagaba
por descansar entre impúdicas damas,
pero antes bebía mil chelas escuchando el piano
en un lúgubre antro de nombre germano.
Cuando la luna se escoraba hacia oriente
él sabía que tenía que volver,
no está bien visto que un dios ande 
a plena luz del día 
sin un sólo creyente que le acompañe.
Por los bulevares se escuchaba
que Santa Rosa se enamoró de él,
a pesar de estar avisada
de que se iría dejándola desolada.   
Qué lástima diste Ai Paec
pero ahora debes tomar de nuevo el poder,
que tiemble quién de ti se rió
que tiemble quién no te temió.

 

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De borrones y heridas

Si hubiera sabido lo
que duele el olvido
no hubiera olvidado 
lo que dura la herida.

Si hubiera herido con 
el filo de la duda
no me olvidarían quiénes
hubiera herido.

Pero olvidando lo 
que el olvido olvida
no se hiere sino 
que se elimina
palabras eternas,
promesas sinceras
y rostros queridos.

 

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Frío

Cuando el frío merma el cuerpo
y los pies no atinan caminos,
cuando el licor es escaso 
y las oportunidades no llegan.
Dime si no son cuentos
las voces que escucho,
decidme, vida mía, 
qué sentido tiene
vivir solo, vivir despierto,
vivir siempre soñando

 

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Horizonte curvilíneo

Horizonte curvilíneo de materia pura,
nubes finas como finos sentimientos,
paredes de mármol y plata pálida,
soles gigantes que iluminan las penas.

Montes coronados por picos rosados,
cadena invisible que fustiga los días,
camas vacías de aires extraños,
jardines ocultos llenos de agujeros.

Puertas abiertas donde quiero entrar,
paisajes que sin serlo son perfectos,
pero la tierra cambia y nunca para,
y tú, refugio mío, estas sin estar.

Estas sin estar
porque te veo y no te siento,
estas sin estar
porque te pierdo y lo lamento.

Porque si hoy fuera ayer,
mañana no sería mañana
.

 

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De estrellas y del firmamento

De estrellas y del firmamento
como de hombres y bestias,
de historias y leyendas,
es tu nombre un misterio.

Tomas la parte restante
de cada trato maltrecho,
tomas la parte restante
de cada cadáver nuevo.

Si el agua me cubre,
ayúdame a salir.
Si la vida me baila,
ayúdame a seguir.

 

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Duerme conmigo

Que yazca el rey en su trono,
que el mar remueva la tierra,
que la noche muera con el día,
que el tren no llegue a su hora,
que el petróleo pinte la playa,
que la justicia ejerza durmiendo,
que los políticos sigan mintiendo,
que los pobres sufran de hambre,
que los ricos roben y roben,
que las balas no callen su silbar,
que el terror sea idioma universal,
que los castillos no sean de arena,
que los sueños solo sean sueños,
que en la plaza no jueguen infantes,
que los cobardes vivan riendo,
que haya buitres en el parlamento,
que la Esperanza muera enterrada,
que hoy Occidente llore sangre
si esta noche, solo esta noche,
duermes conmigo.

 

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Días grises

Llegaron los nacionales
con sus gritos y alaridos
y la plaza la han llenado
de infelices detenidos.

Arena que te has teñido
de toros y taurinos,
acoge hoy con lástima
la sangre de los vencidos.

Hércules se tapa los ojos,
le da vergüenza ver cruzar
a los grises nacionales 
las murallas de la ciudad.

Pueblo que no luchaste,
ni con orgullo ni dignidad,
tendrás décadas sin carnaval,
años de hambre y soledad.

 

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Mangas anchas

Trileros de mangas anchas
roban corazones pequeños y
salados.

Salados como el mar o como su
boca, que de tanto mojar labios
ajenos ha secado los míos con
olvido.

Olvido del sabor a sangre, ruina
que hace la arena, sombra de mi
destino.

Destino que de tanto buscarte te
he perdido, que la vida de tanto 
vivirla he aprendido que las cartas
están marcadas, los corazones
divididos, y que el amor, el amor
es sólo un delirio a ratos amargo
a ratos perfecto.

 

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